Como en cualquier otro sector, los profesionales en educación afrontan una serie de riesgos laborales ligados a su actividad y que forman parte de la gestión de Recursos Humanos en el sector de la educación.
Estos pueden ser posibles caídas, malas condiciones ambientales, una elevada carga de trabajo o el mal clima laboral, entre otros. Todos ellos pueden producirse en escuelas, universidades u otros centros educativos y afectar no sólo al personal educativo sino también al resto de empleados que trabajan en ellos.
Por todo ello, en este artículo te explicaremos qué se entiende por riesgos laborales en el sector de la educación, por qué es necesario evaluarlos y cuáles son los principales que afrontan los trabajadores de centros educativos.
¿Qué se entiende por riesgos laborales en el sector de la educación?
Los riesgos laborales son los peligros inherentes a una profesión o a un entorno de trabajo determinado, como en este caso el sector educativo, que pueden provocar accidentes o siniestros que afecten la salud física y mental del personal laboral.
En definitiva, es la posibilidad de que un empleado sufra un determinado daño derivado del trabajo que realiza.
Por lo tanto, los riesgos laborales en el sector de la educación son aquellos a los que están expuestos los profesionales que trabajan en centros educativos como universidades, institutos o escuelas de idiomas, entre otros.
Cada uno de estos lugares debe contar, en consecuencia, con una buena política de prevención de riesgos laborales en educación.
¿Por qué es necesario la evaluación de riesgos laborales?
La evaluación de riesgos laborales en el sector de la educación resulta de gran importancia ya que, además de los riesgos asociados a cualquier actividad profesional, presenta una serie de particularidades a tener en cuenta.
Si por ejemplo en el sector sanitario pueden producirse riesgos laborales derivados de la exposición a restos biológicos y componentes químicos, el personal laboral de un centro educativo está expuesto a posibles lesiones, agentes medioambientales (temperatura, ruidos), riesgos psicosociales y estrés, por solo nombrar unos pocos.
Por este motivo, además de estar exigido por ley, es importante establecer medidas de prevención de riesgos laborales en educación, ya sea en una escuela o una universidad. Tener la capacidad de anticiparse a posibles situaciones adversas es igualmente una ventaja competitiva.
En definitiva, evaluar los riesgos es importante porque permite gestionar los riesgos de manera adecuada, reduce y previene el riesgo de sufrir pérdidas materiales y personales, y establece buenas prácticas para mejorar la seguridad y la eficiencia de una organización, en este caso del sector educativo.
¿Cuáles son los principales riesgos laborales en el sector educación?
Los principales riesgos en el sector de la educación obedecen a diferentes fuentes y pueden desencadenar distintos tipos de contingencias para el personal docente, ya sea a nivel físico, psicosocial, ergonómico o ambiental.
A continuación, mencionamos los más importantes que puede afrontar el personal docente en un centro educativo.
1. Riesgos físicos
Si bien no se trata de un trabajo que lleva implícito un gran esfuerzo físico o requiere transportar un elevado peso como en una fábrica, el personal laboral de un centro educativo afronta riesgos como caídas en juegos, por empujones, al tropezar, así como golpes con el mobiliario u otros objetos inadecuados y, en suma, el peligro de lesiones físicas diversas.
En este apartado hay que mencionar la exposición que sufren, en particular, los profesores de educación física de cualquier instituto o centro educativo. A esto hay que sumar posibles sobreesfuerzos y trastornos músculo esqueléticos por pasar muchas horas de pie o sentado, así como por agacharse demasiadas veces. También problemas vocales o de garganta derivados de las clases que imparten, como explicaremos más adelante.
En este sentido y para gestionar la comunicación interna sobre políticas de prevención de riesgos, resulta útil utilizar un software de recursos humanos para el sector de la educación, ya que, además de gestionar la comunicación interna sobre políticas de prevención de riesgos, será posible optimizar el reclutamiento, mejorar las habilidades del personal docente y almacenar la documentación de forma segura en la nube.
2. Riesgos de problemas vocales
Por su naturaleza, el trabajo en un centro educativo exige un gran esfuerzo con la voz. Un docente con demasiadas horas de clase puede sufrir problemas derivados como ronquera, afonía y nódulos en las cuerdas vocales, entre otros.
Hay que señalar que las enfermedades del aparato fonador relacionadas con el uso profesional de la voz son una de las patologías más importantes en el sector de la educación, con trastornos que pueden ir desde la disfonía hasta la aparición de nódulos y pólipos en las cuerdas vocales.
Estas patologías provocadas por mal uso o abuso de la voz, o disfonías funcionales, se caracterizan por su tendencia a la cronicidad y por la desproporción existente entre la capacidad individual de rendimiento y el esfuerzo vocal, una vez descartados otros factores orgánicos y/o neurológicos.
3. Riesgos psicosociales: estrés y ansiedad
En el sector educativo, los riesgos psicosociales vienen derivados por un clima laboral negativo, el estrés o una excesiva carga de trabajo.
Muchos profesionales del sector de la educación, en colegios, universidades o institutos, deben lidiar a diario con entornos de mucha presión o grupos numerosos de estudiantes. En este contexto, la toma de decisiones se convierte en un aspecto muy delicado.
Todo ello puede derivar en problemas psicológicos y emocionales que pueden reflejarse en un empeoramiento del bienestar emocional de los empleados, afecciones del sistema respiratorio, cardiovascular, inmunitario, así como dolor de cabeza, estrés, ansiedad o depresión.
A su vez, estos factores pueden dar lugar a un elevado índice de absentismo laboral, un descenso de la productividad o la pérdida de interés, lo que probablemente afectará el proceso educativo de los estudiantes de un centro educativo.
4. Riesgos acústicos
Los docentes afrontan una gran exposición al ruido, procedente del exterior como el tráfico, u obras; de las instalaciones del edificio, por ejemplo el aire acondicionado o ascensores; el de los útiles o herramientas para determinadas clases: instrumentos musicales o pelotas y, desde luego, de los propios estudiantes.
La exposición prolongada a un alto nivel de ruido puede producir irritabilidad, falta de concentración, trastornos del sueño, así como molestias e interrupciones que pueden impedir la concentración del profesor.
A modo de prevención de riesgos laborales en educación, los centros educativos deben reducir al máximo el ruido en el lugar de origen, utilizando barreras arquitectónicas y materiales absorbentes en techo, suelo y paredes. Es recomendable, además, situar carteles indicativos pidiendo silencio en los pasillos y en zonas de comedor, entre otras.
5. Riesgo por condiciones ambientales
Unas condiciones específicas de temperatura, humedad y corriente del aire mal reguladas pueden dar lugar a situaciones de disconfort térmico.
Según el RD 486/97, la temperatura para trabajos sedentarios ha de estar comprendida entre 17 ºC y los 27 ºC, la humedad entre el 30 y el 70 % y los trabajadores no deberán estar expuestos de forma frecuente o continuada a corrientes de aire que excedan los 0,25 m/s
La temperatura óptima del centro y de sus instalaciones dependerá de la actividad que se desarrolle. El docente realiza una actividad sedentaria en el aula, por lo que debe encontrarse en un entorno con parámetros de temperatura, humedad y corriente del aire como los descritos anteriormente. Sin una correcta regulación, el docente puede afrontar riesgos de estrés térmico ya sea por frío o calor.
6. Riesgo por mala iluminación
La iluminación de las distintas dependencias que componen un centro educativo deben estar dotadas de sistemas de iluminación (natural o artificial) que ofrezcan un entorno visual confortable y apto para desarrollar con garantías la actividad de enseñanza.
Según el RD 486/97, la iluminación de los lugares de trabajo deberá permitir que los trabajadores dispongan de condiciones de visibilidad adecuadas para poder circular y desarrollar en ellos sus actividades sin riesgo para su seguridad y salud, lo que por supuesto incluye los centros educativos.
Sin una adecuada iluminación, un docente puede sufrir fatiga visual, molestias oculares, picor de ojos, irritación y lagrimeo, entre otros.
7. Riesgo por manipulación de cargas
La manipulación manual de cargas es una tarea que se realiza sobre todo en industrias como por ejemplo en la manufacturera. Sin embargo, determinadas actividades docentes, como el traslado o movimiento de alumnos de infantil, de material escolar, el empuje de mobiliario escolar, el transporte de material o a la hora de impartir la clase de educación física, entre otros, pueden dar lugar a una serie de lesiones.
De hecho, la manipulación manual de toda carga de más de 3 kg puede suponer un potencial riesgo dorsolumbar y dar lugar a afecciones.
A pesar de ser una carga bastante ligera, si se manipula en unas condiciones ergonómicas desfavorables (alejada del cuerpo, con posturas inadecuadas, muy frecuentemente, en condiciones ambientales desfavorables, con suelos inestables, etc.), el peligro de lesiones es más que evidente.
Para ello, una buena política de prevención debe incluir la eliminación o modificación de procesos de carga y, en caso de que no sea posible, la formación exhaustiva en el manejo de cargas.