En el siglo XXI de los datos y la cuarta Revolución Industrial, la productividad en el trabajo es cada vez más importante. Las grandes empresas tecnológicas, como Facebook, Amazon o Google, muestran el camino: sus planes estratégicos de RRHH están enfocados a la gestión de las personas. Sin sus empleados, estas compañías no podrían ser tan competitivas ni liderar el mundo de hoy.
No se trata tanto de medir resultados sino de entender qué factores influyen en la eficiencia de los procesos para llegar a esas cifras. En ese sentido, medir la productividad de los empleados supone tener en cuenta indicadores cuantitativos y cualitativos, desde el absentismo laboral hasta la satisfacción de los trabajadores, pasando por la formación o la equidad salarial, entre otros.
La suma de esos aspectos ofrecerá a las empresas un panorama más preciso de la productividad de sus trabajadores, a la vez que señalará cómo establecer o fortalecer un vínculo en el que las dos partes ganen.
Por ello, en este artículo analizaremos en detalle qué es la productividad laboral, cómo medirla y qué consejos prácticos se pueden aplicar para mejorarla.
¿Qué es la productividad laboral?
En este sentido, ¿a qué nos referimos al hablar de productividad laboral? Básicamente, a la relación entre la obtención de un resultado o un determinado producto y los recursos empleados por un trabajador para llegar a él. A mayor eficiencia en ese proceso, mayor será la productividad de un trabajador, un equipo o una empresa en general.
Medirla correctamente no solo nos ayudará a mejorar los datos de producción, sino también a optimizar los recursos empleados en ella, a corregir procesos y tendencias erróneas y, en suma, a acertar en las decisiones estratégicas del rumbo de una compañía o negocio.
Importancia de la productividad laboral en el trabajo
La productividad laboral es una medida esencial para cualquier empresa, ya que está relacionada con el crecimiento y el desarrollo económico. Una mayor productividad de los trabajadores supondrá recursos mejor utilizados, tareas realizadas más eficientemente y mayor competitividad, así como un aumento de las fortalezas y una reducción de las debilidades.
En ese sentido, la importancia de la productividad no es solamente económica. Una empresa con altos índices de productividad laboral contará con trabajadores motivados, capaces de llevar a cabo sus tareas de la manera más eficiente posible. Ello redundará en un menor porcentaje de absentismo o de rotación, dos indicadores esenciales a la hora de entender la productividad de los empleados.
Además, entendida en estos términos, será garantía de contar con trabajadores sanos y estables. Cuidar la productividad es también proteger la salud mental de nuestros empleados y alejarnos de escenarios como un burnout: el síndrome del desgaste profesional.
¿Cómo medir la productividad laboral de los trabajadores?
Por todo lo anterior, no hay una forma única de medir la productividad laboral de los trabajadores, sino distintos enfoques que pueden ofrecer un panorama más completo de la situación. A continuación explicamos algunas maneras de averiguar cuál es el nivel de productividad en una empresa:
1. Establecer un estándar
En primer lugar, es esencial establecer una pauta de productividad que indique cuál es el rendimiento esperado para cada tarea. También es posible marcar un objetivo para tareas específicas.
Utilizar métricas y objetivos es importante porque los empleados sabrán qué se espera de ellos: la productividad tendrá un punto de referencia. Desde luego, las expectativas deberán fijarse según la función o el cargo, lo que será más sencillo para puestos con funciones específicas y más complejo en el caso de roles más generales.
2. Valorar la calidad, no solo la cantidad del trabajo
No es solo un asunto de cuántas facturas se envían o del número de pedidos que se despachan; además de los números, el aspecto cualitativo es muy útil a la hora de medir la productividad.
La realización de las tareas con un alto nivel de calidad es un indicador clave para medir el rendimiento de los empleados. Al controlar la calidad del trabajo, además de la cantidad, se pueden abordar rápidamente las necesidades de formación que los trabajadores puedan requerir y corregir anomalías.
3. Vigilar el absentismo y el índice de rotación
A la hora de medir la productividad del trabajo, el control del absentismo es fundamental para valorar el rendimiento de los empleados. Si un trabajador logra un rendimiento brillante cuando está en el trabajo, pero se ausenta excesivamente por estrés laboral o por enfermedad, la productividad general de la empresa se verá afectada.
Así mismo, el índice de rotación puede darnos muy buenas pistas de la productividad de nuestra empresa. Cuando una persona se incorpora necesita tiempo para adquirir las competencias necesarias para el desempeño de su puesto. Si esa persona se va de la organización deberemos empezar de nuevo (selección, formación inicial, adaptación al puesto), lo que genera unos costes añadidos y, por ende, una baja en la productividad.
Ambos indicadores pueden medirse de forma manual o se puede recurrir a un software de informes analíticas que haga este cálculo de manera automática y digitalizada. Así, se minimizará el margen de error y se tendrá en cuenta tanto el desempeño individual como el de la plantilla en su conjunto.
Interfaz de la funcionalidad de evaluación del desempeño del software de Kenjo
4. Encuestas con los clientes
Un mal rendimiento de los empleados acaba repercutiendo en los clientes. Realizar una encuesta con los clientes puede ser una buena forma de obtener feedback y de hacer un seguimiento individual si un pedido o un servicio concreto no han ido según lo previsto. A la vez, también se puede identificar y elogiar un rendimiento o productividad sobresaliente.
5. Automatizar las evaluaciones de desempeño
También es posible medir automáticamente la productividad con un software de evaluación del desempeño. Así, podrás mejorar el rendimiento de tus empleados y les garantizarás un mayor crecimiento profesional.
Utilizar una funcionalidad digital te permitirá, entre otras cosas, detectar quién necesita más apoyo para alcanzar los objetivos de empresa, personalizar requisitos y competencias que definen la excelencia y crear un sistema de evaluación para potenciales promociones.
6. Utilizar la fórmula de productividad
La fórmula para calcular la productividad es simple: se dividen los productos o servicios producidos entre los recursos utilizados, de esta forma:
Productividad laboral = (Productos o Servicios Producidos) / (Recursos Utilizados)
Por ejemplo, una fábrica de zapatos produce 1000 zapatos diarios y el precio de cada uno es 30 euros, con 12 trabajadores con una jornada de 8 horas diarias a 10 euros la hora. Los materiales para producir los zapatos cuestan 1000 euros y la maquinaria y el alquiler suponen 150 euros diarios. Con estos datos, la productividad y según la fórmula mencionada anteriormente sería la siguiente:
Productividad = (100*30)/(12*8*10+1000+150) = 1,42
Si quisiéramos estimar la productividad de un empleado que fabrica 10 zapatos, lo haremos así:
Productividad laboral del empleado = (10*30)/(8*10) = 3,75
5 consejos para mejorar la productividad
Está claro que no solo se trata de producir la mayor cantidad en el menor tiempo posible, sino de hacerlo de manera sostenible en un ambiente agradable que sea beneficioso para los empleados. En esa línea, estas son algunas de las recomendaciones para mejorar la productividad laboral:
1. Fomentar un buen clima de trabajo
Está demostrado que los ambientes corporativos pobres o tóxicos reducen la productividad, generan una mayor rotación de personal y aumentan los costes de contratación y retención. Un buen clima laboral es esencial para sacar lo mejor de cada empleado. Al fin y al cabo, un trabajador motivado y con confianza, es más productivo.
Por ello, es clave medir la calidad del trabajo en equipo, la satisfacción de los empleados, su sentido de pertenencia con la compañía y las posibilidades de promoción dentro de la empresa, entre otros aspectos.
2. Escuchar a los empleados
En la línea de lo anterior, saber lo que nuestros empleados opinan es una fuente de información valiosa para tomar decisiones estratégicas. Una funcionalidad adecuada para esto son las encuestas de clima laboral. Además de medir la cultura corporativa y el Employee Net Promoter Score (eNPS) que indica las posibilidades de que tus empleados recomienden su organización como un buen lugar de trabajo, es una herramienta de escucha clave.
A la hora de llevarlas a cabo, es importante garantizar el anonimato de quienes responden y establecer un plan posterior que trabaje en los ámbitos donde los empleados hayan puesto el foco y crean que se debe mejorar.
3. Promover la equidad salarial
La mejor política salarial es aquella que busca una equidad interna de ingresos: las mismas funciones equivalen al mismo salario. Sin embargo, las revisiones salariales a veces no son lógicas y, tras realizarse de manera aislada, terminan con dos trabajadores haciendo lo mismo por distinto salario.
Una situación así afecta a quienes están en desventaja respecto a sus compañeros, lo que genera índices bajos de rendimiento y, en consecuencia, baja productividad. En este sentido, el RD 902/2020 del 13 de octubre, establece que la diferencia salarial entre dos personas de igual o distinto sexo que realizan el mismo puesto de trabajo, no pueden ser superior al 25%.
Además, todas las empresas, independientemente de su tamaño, han de disponer de un registro salarial con datos desagregados por sexo. De lo contrario, pueden incurrir en multas de hasta 6250€. Por ello, lo más recomendable es utilizar una herramienta de registro salarial digital que cumpla con la normativa vigente y evitar sanciones significativas.
4. Fomentar la formación
Establecer un plan de formación adaptado a la estrategia de la empresa nos permitirá tener a nuestros empleados motivados y mejorar sus competencias para hacerlos más productivos. Para ello, es conveniente disponer de un presupuesto de formación y desarrollo destinado a apoyar a los trabajadores, ofreciéndoles cursos y herramientas con las que complementar y mejorar sus aptitudes.
5. Identificar fortalezas y debilidades
Por último pero no menos importante, será clave identificar las fortalezas y debilidades de cada empleado, lo que nos dejará saber en qué debe mejorar y asignarle las tareas para las que esté mejor preparado. De esta forma, será más productivo y a la vez, esta información nos permitirá conocer la manera de trabajar de los integrantes de nuestro equipo y así tomar mejores decisiones estratégicas en la empresa de cara al futuro.