Daria Kyrilova, Consultora de talento y Coach de salud mental, ha trabajado con numerosas empresas tech en diferentes etapas. En este artículo nos habla sobre cuáles son los signos más comunes del estrés y la fatiga en el lugar de trabajo y nos da una serie de consejos para cuidar la salud mental de los empleados y ayudarles a que se sientan menos abrumados a nivel personal y laboral.
Estrés: una respuesta normal ante situaciones anómalas
Con independencia de cuál sea nuestro entorno, puesto de trabajo o sueldo, el cuerpo trabaja de la misma manera; cuando el sistema nervioso detecta un cambio ( o “estresor”) en nuestro entorno que pueda amenazar nuestro bienestar, se activa una respuesta al estrés. El estrés no es sólo normal sino que es fundamental para nuestra salud y supervivencia, como una alarma que suena cada vez que necesitamos cuidarnos más.
Los factores de estrés se presentan en todas las formas y tamaños posibles. Algunos son reales, como que te despidan. Otros, como por ejemplo pensar que podrían despedirte, se perciben. Unos son internos: sentirse ansioso por una evaluación de desempeño laboral, mientras que otros, como tener que prescindir de un trabajador, son externos. Algunos son menores: los correos electrónicos entrantes, o de mayor calado, como cuando una empresa se declara en banca rota.
La COVID-19 y la salud mental
La pandemia de la COVID-19 ha provocado niveles de cambio sin precedentes en nuestro entorno y ha tenido un impacto en casi cada aspecto de la sociedad, la economía y la vida diaria, desencadenando todo tipo de estresores. Cuantos más factores de estrés experimentemos, más se resiente nuestro sistema nervioso y más sufre nuestra salud mental.
El Presidente del Real Colegio de Psiquiatras en el Reino Unido, Adrien James, manifestó hace poco que la COVID-19 representa la mayor amenaza para la salud mental desde la II Guerra Mundial. No es de extrañar que muchas de las experiencias propias de la pandemia, como son los límites entre la vida personal y profesional, sean confusos o incluso inexistentes. También lo son el excesivo volumen de trabajo, la fatiga física y emocional, el escaso respaldo social o el sentimiento de impotencia y falta de control. Todos ellos son factores de riesgo para el agotamiento y otros trastornos mentales.
¿Cómo podemos reconocer si alguien tiene fatiga psicológica?
Como el estrés fuerza y desequilibra el sistema nervioso, la percepción, la capacidad y la experiencia emocional de una persona que experimenta largos periodos de incertidumbre, inestabilidad y sobrecarga, pueden cambiar de forma significativa en comparación con su estado habitual y equilibrado.
El impacto del estrés y la fatiga puede manifestarse de muchas maneras diferentes. Algunas respuestas al estrés son leves, como por ejemplo el aumento de la irritabilidad. Otras, como los ataques de ansiedad, se consideran más severas. Algunas, como la adicción al trabajo, están bien vistas y son recompensadas en ciertas culturas laborales. Sin embargo, los ataques repentinos de ira son considerados como poco profesionales.
Los cambios en el comportamiento de un trabajador, ya sean leves o severos, repentinos o graduales, indican un agotamiento psicológico y la necesidad de recibir ayuda. Las señales que nos advierten de este hecho pueden ser más difíciles de detectar en situaciones de teletrabajo. Y más aún por correo electrónico o cuando se utiliza un chat. En este contexto, se pierde el matiz de aspectos importantes como son el tono de voz, las expresiones faciales o el lenguaje corporal.
Realizar un chequeo de forma rápida y empática tras notar cambios en el comportamiento, el rendimiento laboral, la concentración la comunicación de la persona en cuestión, puede ayudar a evitar malentendidos o interpretaciones erróneas y a llegar a un entendimiento.
Señales frecuentes y respuestas de estrés a tener en cuenta
Los aspectos mencionados a continuación describen algunas de las respuestas de estrés más comunes en el lugar de trabajo, que podrían estar relacionadas con la fatiga psicológica. La experiencia de las personas varía, ya que hay quienes muestran diversos signos, mientras que otras sólo algunos o incluso ninguno. También es probable que el origen sea diferente porque para algunos podría estar relacionado con el estrés, o implicar otras razones o condiciones subyacentes para otros.
Cualquiera que sea la raíz del problema, un buen primer paso sería invitar al trabajador a discutir su estado emocional en un ambiente seguro y en el que no haya juicios de valor ni el temor a represalias.
Nota: es importante ver los siguientes puntos como apuntes de consulta y ayuda, no como opiniones o diagnósticos ya que esto último sólo deber ser realizado por un profesional de la salud mental cualificado.
CONTROLAR/TRABAJAR MÁS DURO
Una estrategia habitual para lidiar con cosas que no están bajo nuestro control, es centrarnos en aquello que sí podemos controlar. Esta es la razón por la cual muchos de nosotros utilizamos el trabajo como vía de escape del estrés o ante la impotencia que nos producen otros aspectos de nuestra vida.
Si esto no se controla, puede resultar en un ataque de pánico en el trabajo o dar pie a una “productividad tóxica”. Este hecho nos desconecta de nuestras necesidades, nuestras relaciones y nos hace perder perspectiva y sentido de autosuficiencia, colocándonos en la vía rápida hacia el síndrome del desgaste profesional. Gianpiero Petriglieri, en calidad de psicólogo organizacional, plantea en un artículo publicado en Bloomberg que el hecho de desmoronarse resulta de la falta de esfuerzo por mantenernos “enteros”.
Observe si un compañero(a):
- Trabaja de forma sistemática durante muchas horas y/o se salta las pausas de descanso, incluso cuando la situación le permite que las haga.
- Tiene un gran número de días de vacaciones sin utilizar o se niega a cogerse unos días libres.
- Está a menudo conectado y envía correos electrónicos o mensajes fuera de su horario de trabajo.
- Es cada vez más autocrítico y expresa culpa en relación al trabajo realizado, por ejemplo: “no estoy haciendo lo suficiente o haciéndolo suficientemente bien”, “podría/ debería estar haciendo más”.
- Muestra una tendencia creciente a la microgestión o se centra en detalles menores
- Fija plazos y entregas arbitrarios o autoimpuestos, incluso cuando pueden ser renegociados.
- Responde continuamente con frases genéricas y con mensajes inexpresivos, tales como, “estoy bien” a preguntas acerca de su estado emocional, de ánimo o bienestar.
REACCIONAR/RESISTIR
El estrés compromete nuestra capacidad para regular nuestro estado emocional y nuestras reacciones. Aunque el aumento de las reacciones emocionales suele considerarse irracional e indeseable en el espacio de trabajo, desde una perspectiva neurológica es una respuesta normal y válida. Nuestro cuerpo fue diseñado para actuar de esta manera, con el fin de ayudarnos a protegernos del daño.
Observe si un compañero(a):
- Está cada vez más susceptible, irritable, malhumorado, agresivo, a la defensiva o tiene un comportamiento pasivo agresivo.
- Muestra mayor resistencia u objeción al cambio o a la autoridad.
- Está más sensible a las intromisiones o interrupciones en su trabajo, en sus conversaciones, etc.
- Le resulta cada vez más complicado manejar el feedback o cualquier conflicto de una forma equilibrada y racional.
ESCONDER/EVITAR
Cuanto más estresados estamos, más propensos somos a percibir los agentes estresores como abrumadores. Para ello, la respuesta más común es “buscar la calma” desconectándonos o distanciándonos de la fuente que percibimos como causante del estrés.
Es decir, de la bandeja de entrada, de las reuniones, de los compañeros o del trabajo en general. Cuanto más tiempo estemos expuestos al estrés sin ser capaces de autorregularnos o sin involucrarnos en fases para nuestra recuperación, más graves serán las respuestas de evasión y retirada que obtengamos.
Observe si un compañero(a):
- Parece más nervioso de lo habitual con las tareas nuevas, las llamadas o los mensajes.
- Está cada vez más indiferente o es más difícil de localizar.
- Está cada vez más distante y antisocial.
- Evita cada vez más situaciones que impliquen trabajo emocional como reuniones, compromiso, dar o recibir feedback o cualquier otra comunicación interpersonal.
- Ha empezado a apagar con más frecuencia la cámara o el micrófono en las reuniones; está participando menos de lo habitual o se desvincula del todo de las reuniones de última hora.
- Parece cada vez más desmotivado, desinteresado o negativo.
- Llega cada vez más tarde al trabajo o se ausenta de él.
CAPACIDAD DISMINUIDA
El estrés durante un tiempo prolongado afecta a nuestro funcionamiento cognitivo. Incluso las personas más competentes, resilientes y de alto rendimiento experimentan una caída en el rendimiento, si su sistema nervioso está bajo estrés.
Observe si un compañero(a):
- Muestra signos de fatiga o agotamiento.
- Ha mencionado experimentar alteración del sueño y/o del apetito.
- Le cuesta más concentrarse o prestar atención al detalle.
- Muestra mayor vacilación o dificultad a la hora de tomar decisiones..
- Es cada vez más olvidadizo o comete más errores de lo habitual
Cuatro formas de ayudar a la recuperación de la salud mental en el lugar de trabajo
La pandemia ha puesto de manifiesto el hecho de que la salud mental de los empleados debería ser tratada como una prioridad en la empresa y no como algo de última hora. En definitiva, es mejor proteger la salud mental de los trabajadores que repararla.
A nivel organizativo, es importante definir cuáles son los métodos de apoyo que ya existen internamente, como por ejemplo la mediación de conflicto. También conviene identificar los puntos que se deberán continuar desarrollando con la ayuda del personal de formación cualificado. En este sentido se analizarán cuáles son los mejores ejercicios para mejorar la salud mental de los empleados y qué necesidades habría que subcontratar como, por ejemplo, los servicios de asesoramiento y derivación.
"Teniendo en cuenta el estado actual del mundo en el que vivimos, esperar que se proteja el bienestar del trabajador sin desarrollar el sistema de cultura y de valores de la empresa, es como intentar curar una fractura de huesos con tiritas y analgésicos".
Los cambios culturales comienzan con pequeños pasos que son apoyados y ampliados en toda la organización. Vemos a continuación cuatro tareas por las que se puede comenzar a abordar este asunto:
Hacer que cada persona se sienta escuchada, confiada, reconocida y digna de apoyo
La salud mental suele malinterpretarse y estigmatizar. Este hecho hace más difícil reconocer y pedir ayuda cuando tenemos problemas. Por tanto, es necesario hacer un esfuerzo por reconocer con empatía, comprensión y respeto las vulnerabilidades de un empleado; aligerar su carga emocional y aliviar el sentimiento de vergüenza o de “ruptura”. Esto disipa los temores a ser juzgado o castigado y crea una base de confianza y conexión, fundamental para su recuperación.
La regulación del propio estrés es un requisito previo a la hora de ayudar a los demás de forma efectiva
Cuando un compañero tiene problemas resulta tentador enfocarnos en él y en su comportamiento, pero esto va en detrimento de nosotros mismos. La interacción con una persona estresada suele activar nuestras propia respuesta al estrés, que puede manifestarse en forma de juicios, prejuicios, frustración o un deseo de "arreglar", "rescatar" o culpar. Esto puede echar por tierra los mejores esfuerzos por dar apoyo.
Al iniciar una conversación que esté relacionada con la salud mental, es necesario asegurarse de que quien se interesa por este tema, está en el estado emocional adecuado para hacer de la escucha, el aprendizaje y la conexión, sus objetivos principales. Es conveniente permanecer todo el tiempo presente, abierto y ser respetuoso Además, es mejor abstenerse de dar consejos u opiniones, a menos que la persona afectada de indicios de que está receptivo y con ganas de recibirlos.
La autosuficiencia es una parte importante en la recuperación y el cambio en un sentido positivo
En tiempos turbulentos e inciertos, como durante la pandemia, nuestra vida y nuestro entorno se perciben de manera más inquietante e impredecible. Apoyar a los empleados en esos momentos implica ayudarles a recuperar la sensación de confianza, control y estabilidad en el trabajo.
Muéstrate transparente, coherente y como alguien que inspira confianza durante las interacciones, manteniendo la transparencia y estableciendo expectativas claras que estén alineadas con tus acciones y tus palabras. En lugar de centrarte en lo que los empleados “no pueden” o “no deberían” hacer, échales una mano en lo que “sí pueden” y sobre todo en lo que pueden tener bajo control. Ofrece alternativas en vez de exigir que se cumplan determinados aspectos o imponiendo ideas según la “forma correcta” de hacer las cosas.
La conciencia de uno mismo y la autorregulación deberían reconocerse, admitirse y recompensarse
Nuestra cultura laboral de ritmo acelerado y orientada al rendimiento, valora el trabajo “duro” y la productividad. Es por ello, que en periodos de mucho estrés como durante la pandemia, dicha cultura puede hacer que los trabajadores se sientan desmotivados y dejen de cuidarse a sí mismos, resultando un factor importante en el aumento de los casos del síndrome de desgaste profesional.
En lugar de centrarse únicamente en el rendimiento, es necesario mostrar respaldo, reconocimiento y un refuerzo positivo a las conductas en el lugar de trabajo, que evidencien la autoconciencia y fomenten la autorregulación. Un ejemplo sería retirarse en una conversación acalorada para recuperar la compostura y tomar medidas necesarias con el objetivo de recuperarse o simplemente atreverse a sincerarse sobre el propio estado mental y pedir ayuda.
Acerca de Daria
Daria ha trabajado con numerosas empresas tech europeas. Después de haber visto cómo algunas organizaciones han pasado de tener un gran lanzamiento a un cierre complicado y de haber estado ella misma en ambas situaciones, es muy consciente del impacto que puede tener el ritmo frenético en la salud mental. En calidad de consultora de talento y coach cualificada, no sólo apoya a las start-ups, sino también a las scale-ups en la construcción y ampliación de grandes equipos. También les ayuda en el desarrollo de la resiliencia y en el mantenimiento del bienestar a largo plazo, mejorando su conocimiento en temas de salud mental, como son el estrés, el síndrome de desgaste profesional y el trauma.